Hoy en día, el libro de texto en las aulas se ve como algo irremplazable. ¿Qué seríamos sin ellos? ¿Cómo vamos los maestros a enseñar todos los contenidos del currículum si no disponemos de su ayuda?
Cada vez es más la gente que se cuestiona si los libros de texto son la mejor opción para la educación. El miércoles pasado estuve en una conferencia del Profesor Jaume Martínez Bonafé (De què parlem quan parlem dels llibres de text?). Aunque, por falta de tiempo, no pudo expresar todo lo que pretendía, supo transmitir muy bien la idea fundamental: los libros de texto, hoy en día, no son la mejor opción educativa.
Martínez Bonafé pretendía hacernos reflexionar sobre ello proponiéndonos otras opciones que se encuentran al alcance de todos: las nuevas tecnologías. En efecto, la conferencia del profesor me hizo reflexionar sobre muchas cosas, al igual que el artículo mencionado en el blog del profesor Jordi Adell escrito por él mismo y Iolanda Bernabé: “Los libros de texto de la escuela en red”.
En primer lugar, es cierto que las editoriales se están aprovechando de esa “necesidad” de los libros poniendo el precio de éstos por las nubes. Son muchas las ganancias que obtienen al cabo del año, mientras los padres de los alumnos se “arruinan” ante tanto gasto innecesario. Solamente decir una cosa: Internet es gratuita y no por ello de peor calidad.
Internet ofrece una amplia gama de posibilidades sobre las que trabajar en el aula, muy diferentes, de las cuales el profesor puede escoger a su agrado y sin necesidad de que te venga marcado por una editorial. De ahí la idea de Martínez Bonafé de que los libros de texto marcan la manera de trabajar de los profesores, sin permitirle la creatividad y sin ofrecerle otras posibilidades de enseñar nada más que la existente en el libro: “El libro de texto se trata de una desprofesionalización del maestro”.
En Internet todo el mundo puede participar, compartir y opinar, algo, a mi modo de ver, imprescindible para la educación y un buen método de aprendizaje. Además, las actualizaciones son constantes, permitiendo que se “viva” en el presente y siempre sea posible conocer cosas nuevas.
Cada vez es mayor el número de familias que poseen ordenador. Es más, cada vez son más los ordenadores que se incorporan a los centros educativos, ¿Por qué no darles un buen uso?
Todas estas innovaciones hacen que cada vez más gente se plantee esta utilidad de los libros de texto. Por eso, las editoriales intentan poner una “solución” a ello: el libro digital. El mismo libro que teníamos anteriormente pero en pantalla y con “muñequitos que se mueven”. Sin duda no es una buena solución. Nos encontramos ante el mismo problema.
Como dice Martínez Bonafé, ya es hora de plantearse la posibilidad de cambiar la pedagogía para acercarnos un poco más a los alumnos y poder enseñar teniendo en cuenta las necesidades y posibilidades de cada uno (por ejemplo el tratamiento de las diferentes culturas existentes en la actualidad en España y con las que estamos conviviendo todos los días, algo que no encontraremos en los libros de texto).
Pero nadie dijo que todos estos cambios fueran fáciles, es necesario que todos colaboren y que se cambien, como dice Jordi Adell, “ideas preestablecidas, intereses formidables de la industria editorial, hábitos de siglos, etc.” Se trata de un trabajo difícil pero no imposible.